El TOC llama pero no dice de dónde viene

el toc en la infancia

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) está catalogado como una de las cinco enfermedades psiquiátricas más frecuentes.

A menudo, cuando la gente escucha la palabra TOC no suele asociarla a su significado real, pero una vez que sus siglas empiezan a tener forma, se despierta el interés por esta enfermedad.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo está catalogado como una de las cinco enfermedades psiquiátricas más frecuentes y la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que está entre las 20 enfermedades más discapacitantes .

Además se trata de un problema neurológico de origen desconocido en el que se cree que está implicado un factor biológico. En concreto, un desequilibrio de serotonina, una sustancia química cerebral.

Pensamientos obsesivos

También aclarar que esta enfermedad se traduce en un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos obsesivos: es decir, ideas fijas recurrentes y persistentes que generan inquietud, temor, ansiedad o aprensión. Acciones que desencadenan un agotamiento físico y mental, llegando incluso a ser causa de incapacidad laboral o permanente.

Por otro lado, es muy común que la persona que tiene TOC se muestre reacia a desvelar sus síntomas a los demás. El motivo es que se sienten inseguros, por lo que normalmente acuden en busca de ayuda muchos años después de la aparición del problema. Por ejemplo, un dato relevante es que alrededor de un 34 % de los afectados por TOC sufren de depresión en el momento del diagnóstico, mientras que un 66 % la sufrirá a lo largo de su vida.

El TOC infanto-juvenil puede empezar a manifestarse cuando el niño tiene entre 8 y 9 años, aunque la edad de inicio más frecuente se sitúa entre los 15 y los 20 años. Según, Mataix-Cols, profesor en el Instituto KarolinskaSolna de Suecia, el TOC infantil y el adulto son casi iguales, solo que es difícil reconocer el problema durante la infancia.

Tipos de obsesiones

En un estudio realizado en España sobre una extensa muestra de niños, encontraron que las obsesiones más frecuentes eran las relacionadas con el miedo a contaminarse, el miedo a hacerse daño a sí mismo o a los demás (usualmente, un familiar cercano), las obsesiones agresivas, y las de simetría y orden.

Las compulsiones más frecuentes son las de limpieza o lavado excesivo o ritualizado, la comprobación, los rituales de repetición, y el contar, ordenar o arreglar.

En la infancia, además, se presentan con frecuencia obsesiones y compulsiones atípicas: rituales al escribir o leer, al moverse y al hablar (repetir sonidos, palabras o frases), etc. Estos rituales pueden ser mecánicos o de neutralización.

Las compulsiones

Las compulsiones son comportamientos repetitivos: lavarse las manos, ordenar cosas, asegurarse de cosas; o acciones mentales: contar, repetir palabras o rezar que el niño se siente empujado a hacer para reducir la ansiedad que le genera el objeto de su obsesión. Las compulsiones, a diferencia de los tics y manías, se realizan de forma consciente: el niño lucha contra ellas, pero le asalta el miedo a que, si no las hace, ocurrirá algo terrible para él. Las compulsiones o rituales están totalmente fuera de su control y dominan por completo al niño, que siente, una y otra vez, la necesidad de repetirlos.

Toc infantil e hiperactividad

Los comportamientos obsesivo-compulsivos se asocian muy fuertemente al síndrome de la Tourette, a los tics, al trastorno de hiperactividad y déficit de atención, a los problemas del comportamiento y a los problemas específicos del desarrollo.

En este sentido, diversos estudios han validado la relación que existe entre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes.

Consecuencias para el niño

  • Cambia su comportamiento y su carácter: se muestra más retraído, irritable y hostil; o está más triste sin motivo aparente; o reacciona bruscamente ante un suceso sin importancia.
  • Baja su rendimiento escolar, porque es incapaz de concentrarse en nada más que no sean sus rituales compulsivos e ideas obsesivas. Es frecuente el fracaso escolar.
  • No tiene amigos, ya que dedica todo su tiempo a sus obsesiones y compulsiones: los demás niños le ven como un chico “raro” y le marginan, o él mismo huye del contacto con los demás al verse rechazado o al sentir vergüenza de su comportamiento. Muchos chicos con TOC piensan que son “bichos raros” porque se dan cuenta de que nadie se comporta como ellos, creen que son los únicos que actúan de ese modo e, incluso, llegan a creer que se están volviendo locos.

El TOC requiere de ayuda psicológica y/o psiquiátrica, y con el tratamiento adecuado se reduce el sufrimiento tanto del niño como de quiénes viven a su alrededor, porque en general, suele haber siempre conflictividad familiar y también en otras áreas. La mejora de la convivencia está en relación con la disminución de irritabilidad del niño. Probablemente va a mejorar también su rendimiento escolar, ya que el control de los síntomas dejará de interferir en la concentración y atención del niño en el colegio.

Es preciso que haya mucha comunicación entre la familia y los profesores del niño afectado, para establecer unas pautas de mejora y facilitarle al niño el día a día.

Lidia F. Trasmonte/periodista

Más en Salud y Medicina Hoy