Los servicios sociales de base, la antesala del sistema de protección

los servicios sociales son la antesala al sistema

La cuestión es cuántas entradas al sistema de protección se evitarían (capítulo 21)

Borja Rey es psicólogo y trabaja en el Departamento de Servicios Sociales en el programa de Familia de Arteixo. Este ayuntamiento, de más de treinta mil habitantes, tiene una singularidad: en él conviven cincuenta nacionalidades diferentes, lo que es un ejemplo de integración social. “Mi función, dice, es ayudar a las familias a promover los cambios que quieren conseguir a través de este servicio municipal”.

psicólogo arteixo
Borja Rey es psicólogo

P- ¿Los cambios hay que plantearlos de forma colectiva o hay que cuidar la individualidad de cada caso?

R- Empezamos cuidando la individualidad de cada caso y luego valoramos si se podría trabajar o promover esos cambios de forma colectiva. No es bueno trabajar individualmente todo, sino que tiene que llegar un momento, a lo largo de la intervención, en el que la persona se incorpore a actividades más colectivas; incluso cuando empieza a recuperar debe comenzar a mirar a la Comunidad para ver qué apoyos le pueden venir de ella para su propio bienestar.

P- ¿Cuándo y cómo empieza vuestro trabajo en cuanto a protección de menores?

R- Nuestro trabajo empieza en la base, trabajamos desde la detección hasta el diagnóstico. Incluso a veces, valoramos o recomendamos qué medidas se podrían tomar con las familias. El actual sistema de protección de menores en ocasiones funciona como una máquina, y puede llegar a ser muy distante de la persona. Entonces una máquina y una persona no se van a llegar a entender. Puede llegar a ser demasiado burocrático. Debería cambiar para buscar esa cercanía personal.

P- ¿Todas las historias se pueden cambiar?

R- Lo importante no es cambiar la historia, que siempre va a estar ahí; lo que sí se puede cambiar es hacia dónde va esa historia en el presente y en el futuro de la persona. Las historias sí se pueden cambiar, con la voluntad del profesional pero también, y es fundamental, con la voluntad de la persona que la quiere cambiar.

P- ¿Siempre se está preparado para cubrir las necesidades de un menor que llega sin ser esperado?

R- No. El niño que llega es un niño nuevo, diferente a cualquier otro niño que se haya podido tener; además está el momento vital de cada uno, hay que estar preparados. Está el momento vital, el enganche…, para conseguir que los menores sean lo más felices posible.

P- ¿Qué peso tienen los informes en las decisiones de Menores?

R- Nuestros informes están ahí, recabamos información y realizamos entrevistas. Estos informes llegan a Menores que hacen una interpretación de nuestra interpretación. Luego, otra persona también leerá esos informes y hace otra interpretación, que puede ser diferente a la primera. Así, poco a poco, se va perdiendo la información objetiva.

Tomar buenas decisiones así es complicado. Sí es cierto, que los informes de los servicios sociales de base tienen información más próxima a la realidad. Tal vez el fallo está en el canal a través del cual le llega la información al técnico de menores que va a tomar decisiones.

P- ¿Cómo se trabaja la pertenencia a la familia y el interés superior del niño?

R- A la hora de trabajar nos basamos en que el niño esté bien; partimos de una realidad, pertenece a una familia en particular y nuestra manera de trabajar es hacerlo con cada uno y con todos al mismo tiempo. Nuestro trabajo es que familia y niño encajen. Cuando consigues que la familia tenga la sensación de bienestar, se lo transmite al menor y el menor se lo va a devolver a la familia. Es una cuestión de lograr un equilibrio, y cuando hay algo que no está bien, ahí estamos nosotros para apoyar.

P- ¿Trabajáis con objetivos?

R- Cuando comenzamos a trabajar con una familia nosotros tenemos unos objetivos en mente que intentamos que sean los mismos que los que la familia tiene.

La familia también puede proponer sus propios objetivos, así que se pueden negociar.

Cuando están conseguidos nuestra intervención debe ir distanciándose en el tiempo. A lo largo del tiempo las familias tienen muchos recursos para resolver sus dificultades e ir adaptándose a los cambios.

Nuestro trabajo es proporcionarle herramientas para hacerlo y que las asuman como propias. Sí es muy importante el seguimiento inicial.

P- ¿Con qué necesidad de un niño habría que tener más cuidado?

R- Todas son importantes. Las leyes creo que van más a cubrir las necesidades fisiológicas que por supuesto son importantes, pero, si un niño está bien alimentado, pero no se siente querido, ni tiene un apego seguro, no va a ser feliz.

P- ¿Un punto de mejora sería trabajar más la prevención?

R- Para eso estamos los servicios sociales de base. Nosotros trabajamos situaciones de riesgo, porque además estamos cerca de los niños y de las familias que están en esta situación. Menores debería tener más presencia en las situaciones graves de desamparo. Desde servicios sociales trabajaríamos las situaciones de riesgo y si éstas se agravaran, lo comunicaríamos a la Xunta quien pondría sus herramientas para buscar la mejor solución para el menor.

P- ¿Qué más se puede mejorar?

R- La parte técnica, creo que siempre podemos hacerlo mejor. Tenemos que formarnos para ello. También debe mejorar la parte comunitaria, es decir, hay que educar a la sociedad en la prevención de dificultades. Creo que esta parte no está nada trabajada. Hay una falta en la actuación comunitaria.

P- ¿El sistema de protección de menores puede protegerlos a todos?

R- A veces sí, en determinados casos se intenta. Pero el Sistema no está preparado para resolver las necesidades de tantos menores dañados que necesitarían ayuda para elaborar una situación familiar, o una serie de cambios.

Creo que con que haya un menor al que no le llegue la posibilidad de ayuda, el Sistema está fallando, no está funcionando.

P- ¿Siempre es mejor apostar porque el menor se quede en su entorno?

R- ¿Siempre? No, no, habría que valorarlo. Sí que es bueno a veces apostar por la familia, pero siempre trabajando con ella. A veces, lo mejor para un menor, es irse con otra. Los centros son necesarios como medida de urgencia o de tránsito, pero los centros como entorno vivencial de un menor no creo que sean una medida acertada, ni de lejos. Creo que es la Sociedad quien tiene que reclamar este cambio.

P- ¿Cómo tiene que ser quien se dedique a proteger a los menores?

R- Es un trabajo vocacional. Tiene que engancharte poder ayudar a personas, a sacar adelante el día a día, a ver que las cosas avanzan, que las familias salen adelante, que los menores van creciendo y cada día son mejores. Con los niños uno tiene que saber también distanciarse cuando hace falta y no estar centrados en los problemas, intentado ver cuáles son; hay que saber centrarse en los aspectos positivos de las familias y de los niños y potenciarlos. Hay que ser más positivos.

El papel de la Educación Social - Sonia González es educadora social en el Concello de
Arteixo y su trabajo es proporcionar a los menores y sus familias herramientas para continuar solos

Con Borja Rey trabaja Sonia González, educadora social, “trabajamos, cuenta, a través de intervenciones individuales e intentamos también hacerlas grupales; montamos pequeños grupos de trabajo en los que tocamos diferentes temáticas: absentismo escolar, necesidades sociales…”.

Sonia González es Educadora Social

Un pilar base de su trabajo es el proyecto de intervención con familias acogedoras extensas y el trabajo con menores que deben cumplir alguna medida que les manda el juzgado. Además, según los propios usuarios van demandando en función de sus necesidades, organizan talleres de aprendizaje para adquirir habilidades marentales y parentales, por ejemplo, un taller para el cuidado de los recién nacidos.

En la parte del trabajo de prevención ha puesto en práctica el proyecto “Aulas Abiertas”. “Se trata de juntar a familias y hablar sobre distintos temas”. Este proyecto se va desarrollando según las necesidades que se van detectando a través de los servicios sociales del Concello.

Los programas de educación y apoyo familiar están recogidos por Ley en el decreto de servicios sociales comunitarios. Cada ayuntamiento decide después qué hace y qué no hace. “En nuestro caso vamos implementando proyectos según las necesidades que vamos detectando”.

Es importante la implicación de la familia.

“Lo primero, aclara, sea cual sea la situación, es conseguir que la familia venga a trabajar con nosotros porque la filosofía del programa es que si la familia no quiere cambiar, no tiene mucho sentido trabajar este cambio, si ella no quiere. El siguiente paso es trabajar el vínculo con el profesional para que quiera volver y que se vayan produciendo poco a poco cambios importantes”.

Sonia González dice que en sus años de experiencia profesional ha visto muy contadas excepciones que justifiquen retirar a un menor de su familia. “Creo que la mejor forma de trabajar con el menor es dentro de la familia. El menor forma parte de ella y no tiene sentido trabajar por un lado con sus padres y por otro con él. Normalmente la familia está más dispuesta a colaborar para cambiar situaciones si sabe que el menor se va a quedar con ella”.

La Sociedad percibe los servicios sociales como un derecho.

Por eso son cada vez más las familias que acuden para pedir ayuda; las menos son las que están en el sistema de protección. En opinión de esta educadora social, es necesario reforzar
los servicios sociales de atención primaria y reforzar la prevención que se hace desde ellos.

“Está claro, apunta, que si no nos esforzamos en esto, cada vez vamos a tener más casos en los que hay que intervenir a través de protección de menores. En cambio, si reforzamos la intervención desde la prevención, desde las escuelas, desde los servicios sociales, desde la sanidad… vamos a conseguir mucho más”.

También habla de la importancia de trabajar coordinados. “Esto conlleva un cambio de mentalidad desde muchos ámbitos relacionados con la familia y los menores”.

Como su compañero, opina que son los profesionales los que deben liderar el cambio, o por lo menos, deben empezar a hacer algo ya. “No tiene sentido decirlo y pedirlo y después somos nosotros mismos los que no estamos trabajando así, esperamos que venga otro a poner normas pero mientras tanto, tenemos que empezar ya a trabajar de otra manera”.

Nos pone un ejemplo “a mí, hasta que llega una familia acogedora con un menor, a lo mejor han pasado ya por 4 ó 5 profesionales a los que han tenido que contar su vida, la vida del menor, firmar documentación que muchas veces cuando llegan aquí ni entienden ni saben lo que han firmado… sería bueno ahorrar energías y centralizarlo todo.

Si el niño o la niña van a trabajar con una persona, habría que pasarlos directamente con ella y empezar desde 0 y no hacer pasar a la infancia por 3 ó 4 profesionales contándole la misma historia sin conocerlos de nada”.

Si hablamos de protección conviene aclarar que lo importante no es defender a su padre o a su madre, sino al menor.

A veces lo que hacemos es, otro ejemplo, tener a un menor tres años en una familia acogedora; no trabajamos con la familia biológica y ni siquiera siempre sabemos donde está. “Eso no es un acogimiento, ahí tenemos creada una nueva familia; legalmente se puede llamar acogimiento familiar, pero en la realidad es otra cosa”.

Es necesario implicarse. “Cuando estudiamos, comenta, salimos con la idea aprendida de que no hay que implicarse, que estás trabajando y ojo con implicarse”.

“Pues sí, hay que implicarse. Si técnicamente no te implicas, no tiene mucho sentido trabajar con niños y niñas ni con familias. Claro que tiene que haber una implicación. Creo que este es otro gran fallo del sistema, que entramos a trabajar detrás de una mesa y nos da miedo que nos pregunten si tenemos hijos, pareja… hay que terminar con ese miedo”.

La temporalidad es otra cuestión importante en las medidas que se toman con un menor “nosotros llevamos años y años con familias que llevan años y años con un menor en acogimiento familiar”. En este sentido, en la práctica, esta medida no cumple su objetivo de temporalidad.

P- ¿Has tenido alguna vez la sensación de que el propio sistema de protección desprotege a los niños?

R- “Muchas veces. Los equipos de menores tienen que ser equipos duraderos en el tiempo, gente que tenga experiencia. El Sistema no puede depender de quienes están pidiendo un cambio de destino. Tiene que haber una experiencia previa, una formación especializada en menores, y tiene que haber también una inquietud por parte de la técnica o el técnico en implicarse con el menor con el que está hablando. Los menores no pueden ser carpetas, expedientes”.

Sonia González no cree en los casos perdidos. Los menores son muy fuertes.

P- ¿Qué haces cuando un niño llega a tu despacho?

R- Le pregunto qué quiere. A veces, según la edad, hay que mostrarle el camino para que llegue a saberlo, para aprender a tomar decisiones; a algunos les lleva más tiempo, pero siempre lo acaban diciendo.

Desde este programa de servicios sociales de Arteixo se atiende a aproximadamente cinco mil familias.

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